Una antigua escuela, en Sena de Luna, cansada de su olvido y con la esperanza de volver a sentir el cosquilleo de las gentes rondando en sus entrañas, nos permitió que llevásemos a la práctica en 1997 nuestro proyecto. Sus piedras, maderas, pizarras y ladrillos, ahora rejuvenecidos, junto a paramentos de cal, pinturas, aceites y materiales poco agrevisos con el entorno, forman la estructura del alojamiento turístico rural en que la convertimos.
Nosotros, la familia habitual de Días de Luna, moradores habituales de la casa, intentamos que la calidez que transmite no sea un hecho casual. Nuestras comidas caseras y un entorno perfectamente preservado se encargan del resto.