EL ESTADO AUTONÓMICO

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EL ESTADO AUTONÓMICO

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A lo largo del sigo XIX en los estados surgió la conciencia del Estado-Nación, unas veces unidas a una identidad cultural, otras a una identidad histórica, religiosa o territorial.

Es indudable que el nacionalismo se basa en muchas ocasiones en una visión del pasado en el que se anhela un idealizando ese pasado como una edad dorada para dicho pueblo. Si bien, es verdad, que en ese anhelo no hay nada malvado, pero si lo hay en querer retroarse a él.

Como decíamos al principio ese nacionalismo, tanto el nacional centralista que se forjo con el mito de la gran Nación cuando un pueblo, sin conciencia de unidad, se libero del invasor francés en 1808, y el periférico que surgió en diferentes zonas territoriales unidas a un renacimiento cultural, una lengua o unos fueros que regulaban el derecho de una sociedad agraria, que poco tiene que ver con la sociedad que hay ahora, dio un conjunto de sentimientos contrapuestos en esta Península.

Es indudable que vivimos en un país con características y elementos que nos hacen diferentes, no solo dentro de cada nacionalismo periférico sino que también dentro de cada provincia. Tenemos un origen de una cultura que se desarrollo de una manera diferente en cada zona peninsular, una cultura que se desarrolla y se influencia de múltiples influencias, lo que nos hace ricos en elementos culturales que por su orografía algo abrupta y los procesos de autarquía feudal fijo en las diferentes zonas geográficas.

La decisión sobre la política nacional no es inamovible, ya que no lo fueron otros elementos de mayor tradición como el Estado Católico o los estamentos sociales. Lo que si hay son argumentos para identidades periféricas y para una identidad central como mezcla y desarrollo de toda la cultura del Estado.

España es un estado variado y único cuyas peculiaridades y sentimientos son parte del ejercicio de la libertad, pues las libertades son individuales primero que colectivas y deben servir para el desarrollo del individuo en un espacio de solidaridad, paz y justicia.

El reconocimiento de las peculiaridades de cada parte del Estado es algo necesario, pues debemos entrar todos sin distinciones pero si con diferencias. Algo ya reconocido por el marco constitucional lo que fue llamado "café para todos" no es mas que la generación de un Estado en el que quepamos todos, la generación de las CCAA's es un método de autogobierno valido, eficiente y progresista. Sin negar la posibilidad de reconocer los sentimientos individuales de cada individuo a su patria, sea cual sea.

Pero este reconocimiento no se debe hacer ni desde el ataque centralista a las peculiaridades, intentando destruirlas, ni tampoco desde la promulgación de un nacionalismo periférico excluyente y exclusivo de instauración de un pensamiento único imponiendo la contracultura y destruyendo todo lo que huele a español. Que en la construcción de una identidad busque adoctrinar a un pueblo excluyendo una parte del mismo negando la libertad del individuo a desarrollar un conocimiento crítico y a elegir su idea de Estado y sus sentimientos de Nación.

Ya que la cultura no debe convertirse en un elemento de exclusión ya que el secuestro de ésta por una rama ideológica, desprestigia la cultura y la banaliza como un simple instrumento político.

La posibilidad de construcción de un estado federal es una de las formas que podrían arreglar este problema, un método intermedio que dejaría un amplio autogobierno, pero eso si, manteniendo la solidaridad entre territorios peninsulares. El nacionalismo Federal seria una evolución clara del Estado Autonómico, no un desarrollo de unos reinos de Taifas. Esta claro que esto hay que hacerlo con criterio y respeto de los centralistas a las competencias asumidas y de los nacionalistas al resto de territorios y a la constitución, y no animando como realizo ERC el 6 de diciembre a arrancar una página de la constitución. Como dijo Robert Schuman la política es creación constante y mediante la destrucción de lo que no comulga con nuestras ideas solo conseguiremos lo que decía Ortega sobre que el esfuerzo inútil solo conduce a la melancolía.